Conducido por un conjunto de reglas basadas en aleatoriedad y probabilidades, genera por sí mismo una infinidad de partituras gráficas. Estas partituras se transforman automáticamente en música gracias a algoritmos de síntesis sonora, difuminando los límites entre partitura y espectrograma.
Las imágenes resultantes pueden enmarcarse en la tradición de la notación gráfica que cobró fuera entre los compositores de siglo xx (John Cage, Iannis Xenakis, Karlheinz Stockhausen, Morton Feldman...), y que permitieron a la música liberarse de la rigidez de los pentagramas clásicos.
FORMS ha estado «soñando» sin interrupción durante más de 2.000 horas y transmitiendo estos sueños musicales visuales on-line en twitch.
Después de un merecido descanso, y para la exposición en Display, FORMS se materializa como una videoproyección panorámica. Cuando los elementos gráficos atraviesan la línea de lectura se transforman en frecuencias sonoras. El brillo y la altura de los píxeles determinará el volumen y la altura tonal de las frecuencias -las más agudas en la parte superior, las más graves en la parte inferior- creando una composición audiovisual en tiempo real que nunca más se repetirá.