Hace casi un año, la NASA publicó la primera fotografía del espacio profundo tomada por un telescopio espacial. El fondo de la composición abstracta saturada de trazos plateados y rojizos, que, según el presidente estadounidense Joe Biden, representa un momento histórico para la ciencia y la tecnología, la astronomía y la exploración espacial, para los Estados Unidos y para toda la humanidad, es un monocromático negro. Si bien puede ser una pieza icónica del expresionismo abstracto, un fondo de pantalla, un NFT o una imagen generada por IA, esta fotografía del espacio profundo basada en una superficie negra parece resumir simbólicamente las diversas aspiraciones de la civilización humana relacionadas con el momento pasado, presente y futuro.
En la vida cotidiana sobresaturada de pantallas, la mencionada superficie negra adquiere un estatus icónico, generando múltiples significados y asociaciones. El evidente efecto espejo, es decir, el reflejo de la presencia humana en la pantalla, ilustra perfectamente el diálogo palpitante entre las personas y la tecnología¹. Aunque tal afirmación impone automáticamente una perspectiva pensada desde sociopolítica (que se discutirá un poco más adelante en el texto), a nivel filosófico, por otro lado, la superficie negra se puede relacionar con los conceptos de nada, negación y/o cero, cuya ilustración y la comprensión desafía constantemente la razón humana.
Fascinada precisamente por las formas en las que el discurso científico occidental ha definido a lo largo de la historia los términos mencionados, Katarina Petrović, a través de su práctica artística reciente, reexamina las posibilidades de su visualización, así como sus posibles implicaciones sociales. La exposición Ogledi o nuli (Aproaching cero; Ensayos sobre el cero) representa un nuevo capítulo de su continua investigación de los procesos creativos desde el sentido y la idea de la creación hasta la relación entre el lenguaje y los fenómenos físicos. Centrándose en la representación negativa de los fenómenos que no se pueden representar de otra manera (cero, nada, infinito), la exposición en forma de videoinstalación dicotómica explora lo que la negación puede ser en el lenguaje y en la naturaleza. Al examinar fenómenos naturales y sociales únicos, Katarina Petrović se embarca en un procedimiento de investigación único estableciendo una conexión directa entre la vida orgánica e inorgánica, es decir, la experiencia analógica y digital.
Similar a la noción dadaísta del concepto de tabula rasa, el principio de negación que la artista ha estado manipulando durante los últimos años funciona como una herramienta con cuya ayuda se lleva a cabo la transformación del significado y del pensamiento. Guiada por la pregunta de si el lenguaje puede llegar a cero con la ayuda de la operación matemática de cancelación, Katarina Petrović utiliza el aprendizaje automático para generar nuevas formas de conocimiento, es decir, del lenguaje. La tabula rasa como una pizarra vacía, y en este caso una pizarra negra, se convierte en el escenario de una continua simulación de significado en la obra El fin de los individuos de la serie Poesía negativa v.2.0. El libro antológico de Charles Darwin El origen de las especies de 1901 definió la teoría de la evolución, basada en la selección natural, las variaciones y la adaptación al medio ambiente, que está sujeta a un orden algorítmico de negación. Durante el proceso, el canon de la ciencia occidental se interpreta especulativamente y al mismo tiempo modifica el discurso generando lo opuesto a las afirmaciones dadas por Darwin y cuestionando críticamente la fuente última de origen de todas las formas, es decir, la esencia del ser.
Frente al proceso inorgánico representado en El fin de los individuos, el otro lado del espejo está expuesto, por decirlo así, en forma de la obra LC-5CB de la segunda serie El origen v.2.0. En el foco de la película experimental del mismo nombre se encuentra la difracción de cristales líquidos, que se utilizan con mayor frecuencia en la producción de pantallas electrónicas. Siguiendo la estela de la estética cinematográfica de vanguardia de los años sesenta y setenta del siglo pasado, plasmada principalmente en la obra de Stan Brakhage, representante estadounidense del cine experimental, la LC-5CB atrae al espectador con imágenes y sonidos extraídos de los cambios que se producen cuando los cristales líquidos se exponen a la luz.
Las dos obras mencionadas, el sonido ensordecedor de una de ellas que colorea todo el espacio de la galería, fotogramas, dibujos digitales, pero también elementos acompañantes en forma de luces tenues y cortinas de plástico típicas de instalaciones industriales y científicas, constituyen un entorno único que resume las investigaciones recientes de Katarina Petrović, que principalmente se pueden entender dentro del contexto de las tendencias ArtScience (Arte y Ciencia). Sin embargo, ¿qué puede significar el uso de nuevas tecnologías en el arte más allá de experimentos formales y experimentos visuales impresionantes en el contexto de la sociabilidad?
Sin duda, las herramientas digitales proporcionan resultados intrigantes mientras están alimentando la curiosidad humana. Simultáneamente, con cada entrada, esas herramientas generan cada vez más información, creando para el futuro una enorme base de datos y un sistema de lenguaje complejo final. Llevados por la pasión científico-tecnológica, para la exposición Ensayos sobre el cero (Ogledi o nuli) se creó un poema breve, generado especialmente por Chat GPT a voluntad de la artista.
Una cascada de cristales líquidos,
abrazo del arco iris
La fugaz belleza que brilla
en el tiempo y el espacio²
Por mucho que esta apasionante poesía, como resultado del trabajo algorítmico conjunto, pueda evocar diversas preguntas que asimismo plantea la propia Katarina Petrović³, prevalece la inquietud sobre el papel de las nuevas herramientas en la sociedad moderna. A pesar de que los tecnócratas contemplan las torres y ciudades eléctricas más allá del ámbito de la experiencia humana, sus logros plasmados en la inteligencia artificial todavía cometen errores. Sin embargo, en el momento en que las máquinas como el Chat GPT fallan, sus creadores afirman que ellas están alucinando⁴. En el caso del arte como producto de la acción humana, alucinar no es en modo alguno una obra inútil o problemática⁵. Al contrario, una alucinación puede generar un estado alterado de conciencia o, dicho poéticamente, una perturbación tectónica, o sea, la transformación de un individuo, lo que nos indica el carácter esencialmente afirmativo de las investigaciones sustancialmente negativas de Katarina Petrović.
Pero ¿cómo puede manifestarse ese cambio de conciencia en el capitalismo tardío? Dado que el cero puede considerarse un símbolo capitalista de innovación financiera a lo largo de la historia, está claro que esta noción abstracta significa el flujo de capital y, en el momento actual, refleja relaciones sociales jerárquicas gestionadas por la tecnología. Sin importar si se utilizan en el mercado de valores, en laboratorios astronómicos, en intervenciones militares o en ataques terroristas, las pantallas con números cambiantes están dominadas por el cero como significante último del flujo de tiempo, y el tiempo en la época que reconocemos como capitalismo de vigilancia⁶ es un dato, es decir, es ganancia. De ahí que el cero, como unidad de medida de cualquier procedimiento científico o fuente de inspiración artística, no puede escapar de su propia función social.
A pesar del potencial emancipador del sexto sentido para contemplar la ausencia, lo intangible o lo incomprensible, así mismo para intentar comprender los conceptos de nada, negación y/o cero mencionados al inicio del texto, en una realidad condicionada por el progreso tecnológico que contribuye a la agudización ideológica cada vez mayor a escala global, parece que la experiencia humana se vuelve fragmentada y cada vez menos relevante. Mirando las pantallas negras inundadas de información, los usuarios humanoides no sólo pierden el foco, sino también la capacidad de articular y expresar su pensamiento (crítico).
Aunque las necesidades de pensamiento de las máquinas en este momento estén al margen, muy pronto esto puede cambiar fácilmente. Un escenario apocalíptico en el que la tecnología domina la sociedad ya no se encuentra en el ámbito de la ficción ya que está sucediendo ahora. Sin embargo, la afirmación de que una máquina puede generar esperanza no sería correcta. Tal necesidad es principalmente humana. Traducida a través del lenguaje de la investigación/expresión artística, en el caso de la exposición Ensayos sobre el cero, la esperanza se refleja en el anhelo de simular nuevos debates sobre el lenguaje y el origen de las especies en un lugar que esté en los confines de la ciencia y el arte, y viceversa. En ese caso, lo incomprensible requiere un tipo diferente de atención, una atención que sea ajena a la presencia de la pantalla, requiere la interacción humana y quizás una mirada al cielo, o sea, al infinito inescrutable que nos rodea y nos da la oportunidad de pensar.
Vladimir Bjelicic,
Historiador del arte
1
Ingeniosamente desarrollado en la popular serie distópica Black Mirror.
2
Liquid crystals cascade, a rainbow's embrace, transient beauty glimmers, in time and in space. – originalna pesma na engleskom jeziku ─ canción original en inglés - N. de la A.
3
¿Nuestras últimas tecnologías que involucran inteligencia artificial son capaces de producir negaciones textuales con sentido? - del texto de Katarina Petrović
4
Al apropiarse de una palabra comúnmente utilizada en psicología, psicodélicos y diversas formas de misticismo, los defensores de la IA, aunque reconocen la falibilidad de sus máquinas, están alimentando simultáneamente la mitología más preciada del sector: que al construir estos modelos de lenguaje grandes y entrenarlos en todo lo que los humanos hemos escrito, dicho y representado visualmente, están en proceso de dar a luz una inteligencia animada a punto de provocar un salto evolutivo para nuestra especie.
https://www.theguardian.com/commentisfree/2023/may/08/ai-machines-hallucinating-naomi-klein
5
Muchos escritores, artistas visuales y músicos de vanguardia experimentaban con drogas alucinógenas para ampliar su propia comprensión del acto creativo en relación con las normas sociales ─ N. de la A.
6
En su libro La era del capitalismo de vigilancia, Shoshana Zuboff explica el término como un nuevo orden económico que se adjudica la experiencia humana como una materia prima gratuita para prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y ventas. El capitalismo de vigilancia se basa en la monetización de los datos generados al seguir los movimientos y el comportamiento de las personas en el mundo digital y físico.